jueves, 9 de mayo de 2013

DELIRIOS 2


"Porque hay bien y hay mal. Y el mal debe ser castigado. Aun al borde del Armagedón, no dudaré en esto"
Rorschach – Watchmen
Partimos a hablar de estirpe y de murciélagos. Ojos rojos por la marihuana, jergas adoloridas por los dientes. Besos sádicos sabor a vino agrio. Manos mutiladas por las uñas, sexos lacerados por la fricción.
Marchamos a cantar sobre cadáveres andantes, sobre putas desnudas, vírgenes que se masturban. Este es el caos de mi cerebro, esta es una oda que garabateo para ustedes.
Éste es mi nido de ratas, mi psicosis y mi destierro. Mis masturbadas a las 3:00 AM. Gente ruda,  callejeros aburridos de su existencia. Perros atómicos, gatos fotografiados, cubiertas azules para serpientes. Esta es una patraña rápida, simultánea a la de la vida propia. Hay peces que transitan por la mitad de las calles, por las cañerías desfila la sangre que de mis orejas sale.
Voy a recitar la historia del rojo de tu pelo y la profundidad mística de tu escote. El cómo me absorbió tu ojo sangrante, el sabor a ácido de la palma de tus pies. No le explicaré al mundo el color negro de tus rencores o las vastas montañas que pueblan tu memoria. Eso sólo atañe a los raros, a los muertos y a los delirantes.
Ayer, cuando pasamos de la mano por los límites caucásicos de mi nariz. Cuando de los pies, nos dedicamos orgasmos independientes, besos inalámbricos. Ayer no era ayer, cuando no besaba tu mirada. Hoy no sería mañana, si los caballos no profanaran nuestros cadáveres.
Vamos a correr por planetas imaginables. Saltemos de muerto en muerto. Asesinemos sueños, convirtamos el caos del mundo en el emperador del universo. Besémonos los codos, inhalemos odios. Cabalguemos en las mentes mediocres de quienes nos dirigen, cantemos párrafos inútiles e inconexos. Bajo nuestro reinado el respeto será todo aquello, contra lo que será legal renunciar.
-          A veces debemos detenernos ¿No lo crees?
Jamás arrepentirse de las cervezas aéreas, de las tangas humanas. Los payasos caminaban lentamente sobre las arenas de la historia. Un presidente idiota gobierna las masas de genios, ¿Pero qué sería del universo sin nosotros?
Sin destruir nervios, neuralgias por falta de amor. Canta conmigo, canta a tu lado, que hoy celebraremos las iglesias que se autodestruyen. ¿Eres tú? ¿Soy yo? Somos todos, cangrejos bastardos, condimentados en los anales de la historia. Ídolos absurdos, muñecas sin jerga.
No somos más que llagas en las botas militares de un buda gigante. Bocas calladas que silencian motores dormidos. Cristales que se rompen al unísono de nuestras almas, delirios, delirios, delirios.
Quedate aquí odio mío, ámame hasta que sangren mis rencores. Quedate aquí, esposa mía, recuerda cuando te amé, en una noche que no existe. Fuma de mi alma, el espesor de mi conciencia. Cuece mi locura en tu horno cervical, endulza con tu saliva las palabras ilegibles. Carcome de sangría la psicosis universal, reza al bastardo que no se dignó crearnos. Quiero gritarte en la cara, el desprecio de mis intestinos ¡MALDITA!
-   Deja de gritar estupideces, pequeño cachorro.
-    Madre, gritare las estupideces que aprendí en la escuela de tu sangrante vientre.
-   Haz lo que desees con tu locura, cachorro. Al fin y al cabo, ni de aborto imaginativo puedes disfrazarte.
No escuches lo que no entiendes ¿Qué? ¿Cómo? ¿En realidad me escuchas? ¿La línea directa a tus sueños tiene interferencias? No importa. Dentro de tu mente, cual virus de computadora anidare. En un dos por tres, los arrebatos de monomanía iniciaran.
No temas, no tiembles bajo la tumba. El sol subterráneo ya ilumina algún sendero sideral. No camines, corre y cuando corras detente en la mirada de los gigantes taciturnos. No me esperes, no supliques. Elevate ante los fantasmas de la madrugada. Bosteza en sus creencias y dedicale un instante a las múltiples muertes, que tu sed produce.
Aquí necesitaras los reflejos de una mosca, no los de un hombre gordo que pierde pelo con cada latido de su prehistórico corazón. Llora poeta, llora: que tu futuro es negro, ya tu suegra se incorpora.
-          Está bien, lo entiendo.
-          ¿Me entiendes? ¿Cómo puedes entender esta sátira de la vida misma?
-          Lo hago. Te entiendo, lo entiendo en tu rostro. Es tu rostro tan expresivo como la putridez de mi zapato.
Esperare encontrarme un paquete de mujercitas, en aquella tienda de invierno. Sacudiré la realidad de mis pantalones, caminare mirando el destino tallado en las líneas del camino. Pero tú, tu mí querida, tendrás que mirarme bajo la tierra, respirar fuera de mi cuerpo. Un insulso sentir, un camino despiadado. Aquí yacen granates de orina, muérdago maldito. Un puñado de esclavos cautivan un Cristo homosexual, una mama dejo que verde naciera su hijo.
Una infructuosa búsqueda de lógica, un canto matutino a las aves subterráneas. Superhéroes color azul, arañas de monte en vestidos dorados. Somos lo que un destino caprichosos, un niño con su chupete, quiere o dice que seamos. Una higuera nace de mi ombligo, una matraca embelesa a los labriegos. Psidelo en la fuerza del olvido.
Ciclistas atropellados, bajo la luz de la luna. Una romántica muerte, un beso de despedía. Londres te mira, seducida en su mentira. Una camino no te acerca, no recuerdo tu momento. Sedúceme maldita, maldita seductora. Hoy no perpetúa tu nombre, una montaña en llamas no respira.
Mil instantes de delirio no cubren un segundo de cordura. En la voz de mi cuello tus labios meditan tranquilos. Un cambio de estilo, cuando la sangre no deja de correr. Dos mil años de martirio, un siglo de muerte impoluta. Camina junto a mí, a mi mano muere la calidez de nuestras almas. Segundos se cuentan en millares, las maravillas de un artista manco.
DELIRIOS
Aquel cartel pronunciaba, con voz alta me decía: “SUFRE, SUFRE…” después le comprendí: “AQUÍ ESTAS QUERIDO MÍO, ESTA ES LA TIENDA DE LOS DELIRIOS. AQUÍ YACEN CADÁVERES DE ARTES MILENARIAS, BASURAS PELIRROJAS Y MUERTES POR LLEGAR. Ese cartel repetía:
DELIRIOS
Y así, así dejaremos este mundo en medio de nuestras mutiladas conciencias. Compraremos boletos para morir y nos besaremos en una orgia de azúcar, ginebra y gasolina. Seremos infinitos en la memoria de quienes por dolor nos conquistaron. Seremos más de lo que actualmente somos. Nos amaremos de la forma en que sólo los dueños del caos podemos amarnos. Hoy, hoy recorreremos el camino de los amantes, el camino de la vida sangrante, el camino de mi mente.

EL DOLOR DE UN NOBEL, EL DOLOR DE UN GENIO.


Colombia es un país de matices, de extremos. Un país donde puedes esperar lo más sublime y lo más mísero, en cada uno de los aspectos de la vida. Marcados por teorías de superación como “la malicia indígena” y otras vivezas, nos hemos convertido en un país de malas replicas, de malas copias patrocinadas por el pueblo. No existe ningún campo de la vida colombiana en que estos casos no se den, y la literatura tampoco está exenta de esto.
A lo largo de la historia patria hemos visto como las corrientes literarias, ya sean propias o importadas, han sido exprimidas de formas viles; hasta convertirlas en mutantes, seres mórficos que se mantiene vivos por si mismos a pesar de sus formas grotescas e ilegibles.
Tal vez sería demasiado crudo e inoportuno el considerar que la literatura colombiana ha mitificado ciertos seres, pero así es. ¿Maestros? Si, genios también, pero convertido en dioses por los mismos escritores, por los medios e incluso por el ciudadano de a pie.
El porqué de esta idiosincrasia y la razón por la cual las grandes ideas de la literatura colombiana se han vuelto en su contra, se puede referenciar claramente en dos grandes escritores de este país: Gabriel García Márquez  y Fernando Vallejo.
Gabo” considero oportunamente tal vez, el mayor escritor colombiano de la historia, es también el causante, sin ninguna intención, de uno de los mayores daños que se le haya podido causar a la lengua escrita en Colombia. Un estancamiento de más de 30 años, un estancamiento que hoy por hoy aún se sigue presentando. Es ese el legado maldito de “Cien años de soledad” un legado, una forma de hablar, un paisaje literario en el que el escritor se ha muerto.
Si, “Gabo” creo un universo en sus letras. Macondo fue y será uno de los mundos imaginarios más reales que existen. Pero a diferencia de la mayoría de países de Latinoamérica, Colombia ha decidido quedarse en lo cómodo, en lo funcional, en el macondo que conocían. Y esto es explicable en la vida diaria del colombiano, no es cuestión de un escritor o de un grupo de intelectuales. Somos un país que no arriesga, un país reacio a los cambios.
Y aunque pueden encontrarse un millar de motivos sobre esta cultura de lo fácil, debemos centranos de los motivos netamente literarios que podrían generar dicho estancamientos.
Primero, la ya nombrada mitificación; los escritores de nuestro país, se han dejado ocultar bajo la sombra de un “Elegido” y bajo esta sombra han tomado su legado de una manera repulsiva y lo han convertido en algo propio. Caso claro de ello, es que muchas veces para intentar explicar algún estilo, momento de la historia, o tan solo para contar una anécdota personal, su único recurso es apelar una historia en la cual “Gabo” sea el inspirador, el actor o el creador.
Segundo, el Realismo mágico como base para relatar una historia que ya no es la de los 70`s y el abuso de este género literario. Claro, es estúpido intentar generalizar y decir que todo aquello que se ha creado desde la publicación de “Cien años de soledad” sea basado casi en la línea con las formas de la novelas.
No se puede negar la influencia, seria ignorar la fuerza con la que la obra llego a nuestra cultura. Tampoco el renegar de ella  y promulgar que ha sido el peor mal de nuestra historia, al contrario, dicha novela es nuestra obra máxima, es y deberá ser la biblia del ser colombiano. Pero como todas las grandes obras, debe y deberá existir un punto en que su influencia se limite para que no termine determinando todo aquello que nazca después.
Somos un país que necesita héroes, que necesita alegrías, eso es imposible de negar. Pero algún día tal vez debamos aprender que es necesario que nuestros héroes solo inspiren hasta cierto punto, evitando así que muten en dioses, evitando que su obra sea corrompida por la necesidad de un país de necesitados.
“Mi hijo menor le preguntó a una muchacha de su misma edad por qué habían matado a John Lennon, y ella le contestó, como si tuviera ochenta años: "Porque el mundo se está acabando".”[1]
El caso de Fernando Vallejo es bastante similar, pero también más oscuro y más mórbido. Desde que se publicara “El desbarrancadero” y “La Virgen de los sicarios” el amarillismo colombiano ha descubierto su razón de ser (debe aclararse que dichas novelas no son en ningún caso muestras de amarillismo morboso, al contrario son una muestra más que digna de la realidad de su época) pero el éxito de dichas novelas, de películas como “La Vendedora de rosas” y “María llena eres de gracia” convirtió el horario prime de los canales colombianos, en un “reflejo” comercial de nuestra historia social.
Así pues, escritores ávidos de popularidad, recurren de nuevo a la forma fácil del éxito. En la última década nos hemos llenado de novelas basadas en putas, puteadas y balas. Y “La Virgen de los sicarios” madre inconsciente de esta generación de narco escritores, que nació a su vez como una muestra realidad, ha tenido que ver como sus hijas bastardas se han convertido en odas a los sicarios, a los narcos, a los paras, y todos nuestra fauna autóctona.
A cada novela, o intento de esto, le llega su reproducción televisiva en pocos meses. No es difícil pensar quienes insistan a escritores y editoriales a crear dichas obras, dada la mitificación del escritor colombiano, si está basada en un libro, debe ser bueno.
Y mientras tanto, todos aquellos escritores que intentan de una manera y otra, representar otros aspectos de la vida colombiana, que a pesar de no contar con AK-47 y pases de “perico” son más dignos aun del impulso que puedes darle el verse publicados, se ven aplastados por la horda de futuras telenovelas.
No queda ya mucho por discutir. Somos esclavos de nuestros ídolos. No somos dignos de los talentos que el caos nos ha regalado. Hemos convertido todo aquello que nos han dado en seres raros, sucios y dignos de una portada en cualquier periódico amarillista.
No solo es García Márquez, no solo es Vallejo. Jorge Isaac, y para todo aquel escritor que haya visto sus personajes convertirse en la inspiración facilista de los nuevos escritores de este país, de los cuales espero no incluirme, mis más sentidas disculpas.
"No concibo otra forma de escribir que en primera persona. Es la única real y sincera, porque ¡cómo va a saber un pobre hijo de vecino lo que están pensando dos o tres o cuatro personajes! ¡No sabe uno lo que está pensando uno mismo con esta turbulencia del cerebro va a saber lo que piensa el prójimo!"[2]


[1] Gabriel García Marquez, 16/12/1980,Notas de Prensa 1980–1984, Mondadori- España
[2] Fernando vallejo, (Los días azules).

lunes, 6 de mayo de 2013

V MAYÚSCULA.


Son las 4:47 am, no sé porque siento la necesidad innata de escribirte. A veces, cuando mi mente puede funcionar de la manera en que siempre ha debido, me dedico a pensarte. De vez en cuando, cuando mi mente se vuelve rebelde, y la demencia que me ha sido heredada de algún pariente psicópata y sanguinolento se hace presente, me dedico a pensarte.
La historia se ha escrito con un dolor aleatorio, hoy es mío, ayer fue tuyo, mañana será compartido. Hoy, hoy, hoy… cuando miro al cielo recuerdo los latidos de tu mirada en mi cuello, cuando respiro me recuerdo a tu lado.
Muy lejos están las historias de nuestras vidas. Perdido me siento sin la fuerza de tus palabras, mas nunca me siento lejos de ti, nunca lejos, de ti hoy.
En ti. Contigo. Contigo comparto un odio por el mundo, un odio raro, un odio lleno de comprensión y miradas por poco lascivas, una mirada de amor con la que solo puedo verte a ti.
Que puedo decir, con que miedos puedo hablar. Cada vez que te escucho recuerdo mi vida, mi infancia, mi crecer, mi destino desde que te conozco. Recuerdo, amo y odio al mismo tiempo. Odio ser el ser que soy. Amo el ser que puedo ser cuando tú eres quien marca el ritmo en que respiro. Soy un ser blasfemo, pútrido y raro, soy todo lo que no puedo ser para conquistarte, soy tanto, tantas cosas inútiles que termino siendo una amalgama de cosas, ninguna interesante.
Somos tan parecidos como distintos. Somos todo lo que se puede ser sin llegar nunca a unir nuestras almas, somos el sexo mágico de la mañana, el sexo que se da cuando miramos una estela azul en el cielo negro, somos el sexo que nunca sucederá y la realidad que consterna a muchos.
Esto es lo que siempre escrito, un dictado absurdo de palabras para ti. Una recopilación abstracta de basura, eso soy. Pero tú eres más que eso, tú eres la realidad máxima de esta rondada, tú eres todo aquello cuento necesito y no tengo.
No seas como yo, como yo nunca seas. Vive feliz aunque yo respire para desear tus labios y la curvatura dorada de tus pechos, no seas como yo. No he despertado con ganas de escribirte, ni te escribo para poder dormir en paz, escribo porque necesito que seas mis letras, porque de mi mente no sale más acción que escribirte.
Soy lo que quieres que sea, soy cuanto puedo llegar a ser tomado de tu mano.
“Gracias por el regalo de la libertad” le escribía Rilke a todas sus amantes al despedirse, yo no lo usare para aquella dolorosa misión, ya me despedí de mil maneras cuando así debí se debía cometer. Hoy, hoy no quiero despedirme, mas cuento daría mi vida, mis riñones, mi espíritu, mi cefalea y mis letras para poder verte.
Me muero por las respuestas que tus labios me dan, me muero por recordar, por vivir y por seguir existiendo en tu camino, no sé quién soy. Raramente me seduzco por el silencio de tu virtud. Existe un sueño húmedo en el que tengo sexo con tu esperanza, no contigo. Cree un sueño en el que me revuelco con tus miedos para ahogarlos, para poder hacerte feliz. Me imagine un mundo, donde te tengo cada segundo para mí.