miércoles, 18 de abril de 2012

ZOMBILAND



La falta de concentración que en momentos se instala en lo recóndito de mi mente, hoy me agobia… es difícil sentarse a escribir cuando tu vida es la muestra máxima de la falta de emoción, simplemente te quedas a mirar el viento pasar cada mañana, a ver los pasos de la gente en las calles (diario de vida, marzo de 2010)

O hasta ahora fue así, ahora mas allá del café que cada mañana tomaba, o las horas frente a la ventana en que las copas de vino descendían por mi garganta, me encuentro en un mundo que solo piensa en sobrevivir y en tratar de entender que sucedió…

Podría decir que no sé cuando comenzó todo esto, pero mentiría y es algo que decidí no volver a hacer… es mi culpa ¿Quién pensaría que un simple y vago escritor podría generar una catástrofe como esta? Nadie, la idea mismas es inconcebible para todo el mundo, y aun así, es una carga que solo yo conozco; mas de 10 años después, sigo maldiciendo el día en que encontré aquel maletín. En la mente de cualquier geniecillo de videojuegos y comics, siempre existe la posibilidad de esto, incluso alguna vez escribí sobre ello de una forma inspiradora y placentera,  pero nunca pensé algo así, a pesar de mi profundo odio al mundo, nunca pensé en destruirlo…

Hoy, no hay muchos con quien hablar, es difícil encontrar personas a muchos kilómetros, y moverse constantemente es la única forma de sobrevivir a todo lo que está ocurriendo… no existe ninguna forma de orden, ni de sociedad. Los países y las fronteras se han disuelto, las armas y la comida se toman de las repisas sin necesidad de dinero o tarjeta de crédito, todo es de todos, en pro de salvar unas pocas personas, así tal vez exista alguna esperanza.

y a pesar de lo oscuro del panorama, la humanidad siempre nos sorprende, ese sentimiento de nunca sentirse extintos a pesar de que no queden mas de unos cientos o miles de personas, rasgo que es nuestro, que nos permite seguir cuerdos. Ayer vi una niña disfrutar de un raro Batman que encontró en la calle a pesar de haber perdido parte de su brazo derecho, debo suponer que fue debido al virus; y así mismo, yo, quien causo todo esto, yo, que ya había perdido todo tipo de esperanza, y en mi mente no cabía algo como la diversión o la alegría, halle no hace mucho, junto a una carretera desierta y abandonada, un Ford mustang ya cubierto de matorrales. Y aunque el miedo a que fuera algún tipo de trampa, me arme de fuerzas; lo saque de allí, lo limpie y dedique un par de días a él; ese fue el primer día en muchos años, en que pensé que la suerte estaba de mi lado; el sol brillaba en el horizonte y la brisa haría sonreír a mas de una persona, si no hubieran muerto ya.

Ya llevo un par de años de ciudad en ciudad en busca de sitios limpios y nuevos sobrevivientes, mi país no estaba preparado para esto, así que creo ser uno de los pocos que aún siguen con vida, y a pesar de la crueldad con la que se podrán tomar mis palabras, esto ha hecho que los pocos que quedamos tengamos más fácil las cosas.
Hoy me detuve a recordar lo que sucedió aquel día, como podría explicar que yo no tuve la fuerza de destruir el maletín que contenía el virus, peor aún, como podría decirle al mundo que lo abrí por el morbo inicial de que todo esto sucediera, menos mal o tengo a muchas personas a quien enfrentar por esto.
Ese día todo se ordenó para que fuera el día perfecto, había conseguido una columna fija en el periódico más importante del país, y me dirigía sin ninguna novedad a mi hogar… hasta que frente a mi paso un convoy de vehículos negros, exactamente iguales a los que se vería en cualquier película de ciencia ficción…  lanzaron aquel maletín, no era muy grande, no tenía ni una sola palabra impresa que alertara del peligro que dentro de él se almacenaba. Lo que había dentro, terminaría siendo la perdición de toda la humanidad…

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