La
falta de concentración que en momentos se instala en lo recóndito de mi mente,
hoy me agobia… es difícil sentarse a escribir cuando tu vida es la muestra
máxima de la falta de emoción, simplemente te quedas a mirar el viento pasar
cada mañana, a ver los pasos de la gente en las calles (diario
de vida, marzo de 2010)
O
hasta ahora fue así, ahora mas allá del café que cada mañana tomaba, o las
horas frente a la ventana en que las copas de vino descendían por mi garganta, me
encuentro en un mundo que solo piensa en sobrevivir y en tratar de entender que
sucedió…
Podría
decir que no sé cuando comenzó todo esto, pero mentiría y es algo que decidí no
volver a hacer… es mi culpa ¿Quién pensaría que un simple y vago escritor
podría generar una catástrofe como esta? Nadie, la idea mismas es inconcebible
para todo el mundo, y aun así, es una carga que solo yo conozco; mas de 10 años
después, sigo maldiciendo el día en que encontré aquel maletín. En la mente de
cualquier geniecillo de videojuegos y comics, siempre existe la posibilidad de
esto, incluso alguna vez escribí sobre ello de una forma inspiradora y
placentera, pero nunca pensé algo así, a
pesar de mi profundo odio al mundo, nunca pensé en destruirlo…
Hoy,
no hay muchos con quien hablar, es difícil encontrar personas a muchos
kilómetros, y moverse constantemente es la única forma de sobrevivir a todo lo
que está ocurriendo… no existe ninguna forma de orden, ni de sociedad. Los
países y las fronteras se han disuelto, las armas y la comida se toman de las
repisas sin necesidad de dinero o tarjeta de crédito, todo es de todos, en pro
de salvar unas pocas personas, así tal vez exista alguna esperanza.
y
a pesar de lo oscuro del panorama, la humanidad siempre nos sorprende, ese
sentimiento de nunca sentirse extintos a pesar de que no queden mas de unos
cientos o miles de personas, rasgo que es nuestro, que nos permite seguir
cuerdos. Ayer vi una niña disfrutar de un raro Batman que encontró en la calle
a pesar de haber perdido parte de su brazo derecho, debo suponer que fue debido
al virus; y así mismo, yo, quien causo todo esto, yo, que ya había perdido todo
tipo de esperanza, y en mi mente no cabía algo como la diversión o la alegría, halle
no hace mucho, junto a una carretera desierta y abandonada, un Ford mustang ya
cubierto de matorrales. Y aunque el miedo a que fuera algún tipo de trampa, me
arme de fuerzas; lo saque de allí, lo limpie y dedique un par de días a él; ese
fue el primer día en muchos años, en que pensé que la suerte estaba de mi lado;
el sol brillaba en el horizonte y la brisa haría sonreír a mas de una persona,
si no hubieran muerto ya.
Ya
llevo un par de años de ciudad en ciudad en busca de sitios limpios y nuevos
sobrevivientes, mi país no estaba preparado para esto, así que creo ser uno de
los pocos que aún siguen con vida, y a pesar de la crueldad con la que se
podrán tomar mis palabras, esto ha hecho que los pocos que quedamos tengamos
más fácil las cosas.
Hoy
me detuve a recordar lo que sucedió aquel día, como podría explicar que yo no
tuve la fuerza de destruir el maletín que contenía el virus, peor aún, como
podría decirle al mundo que lo abrí por el morbo inicial de que todo esto
sucediera, menos mal o tengo a muchas personas a quien enfrentar por esto.
Ese
día todo se ordenó para que fuera el día perfecto, había conseguido una columna
fija en el periódico más importante del país, y me dirigía sin ninguna novedad
a mi hogar… hasta que frente a mi paso un convoy de vehículos negros,
exactamente iguales a los que se vería en cualquier película de ciencia
ficción… lanzaron aquel maletín, no era
muy grande, no tenía ni una sola palabra impresa que alertara del peligro que
dentro de él se almacenaba. Lo
que había dentro, terminaría siendo la perdición de toda la humanidad…
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