Es bastante duro el minuto en que se decide como comenzar
una historia, sin importar está a que conlleve; las primeras palabras se
convierten la muestra de quien escribe, su saludo a un público invisible, a una
niña coqueta o a las puertas de la historia, las primeras palabras es el abrazo
al éxito.
Es un saludo de honor y una exacerbada muestra de amor. Yo. Yo
empiezo con un qué curioso; que curioso ver tu respiración volar por mis
recuerdos, que curiosos pensar en tu sonrisa cuando no la conozco, no lo
necesito; que curiosos escribir para ti las palabras que nadie te ha dicho, sin
conocer tu respuesta. Qué curioso la atracción que por ti siento, que curioso.
Tal vez escriba para ti algo corto, algo largo o conciso,
tal vez escriba un pastiche de insensateces, es culpa de tu cuerpo majestuosos,
repito es tu culpa…
Es para ti esto, lo que escribo o es para alguien más, la acumulación
de hipótesis… lo profundo de mi gusto
hacia ti o de las ganas de besarte, son simples ideas macabras que ha hecho el
destino para jugar en mi contra, tal vez me gustes y te amé, tal vez mañana
vuelvas a ser un simple ente que se roba un poco de mi oxigeno…
No creo en el sentimentalismo de los humanos, en la manía de
entregarse a quien es inferior a cualquiera, yo inferior a ellos. Solo creo en
el sentimiento de la piel, del rozar de los labios y la agitada respiración,
eso pienso y eso deseo de ti…
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