Están tus labios y el deseo frenético
de mi mente por conocer tu desnudes, están mis traumas, los demonios que
arremeten al pequeño Jordán al ver su cachorro morir, las mañana en que
sugieres estar a mi lado, aunque sea producto de imaginación... Son los
delirios, mis delirios, mis delirios por ti, de ti son mis deseos, de tu cuerpo sublime,
o de tu mente diferente.
Aquí estas y no te veo, la reina de mi
incongruencia, soy un simple vasallo que se dedica a componer los sonetos de
una pelirroja más, una que lee esto, o tal vez solo me la imagino.
Y si es así, si no existe aquella pequeña
y tímida damisela, si de mi mente solo sale la perfección, por que como perfección
eres la obra más grande de mi mente... ¿y si es así? como sobreviviría yo, sin
ti; sin la demencia que me producen tus labios rojos recorriendo mi cuerpo, sin
la sonrisa mágica que me despierta en las mañana. ¿Y si no existes? y si te
cree y te volviste tan real, más allá de la propia existencia, de la sangre, de
la muerte de los cuerpos desgarrados el día en que te vi llegar...
Incoherentes desviaros, porque ningún
desvarió podría ser coherente ¿pero tú eres coherente en la forma en que
desvarías? no prestes atención a mis palabras... suelo alucinar mientras te
hago el amor.
He decidido asesinarte. te
preguntaras, como he llegado a la conclusión si eres la magia que ha traído a
mi mente las maravillas de oriente, la realidad de occidente y los secretos de
todo el universo basto e incomprendido, no negare que fue difícil, doloroso, y
hasta llegue a pensar que esto se voltearía en mi contra y tu serias quien
empuñara el cuchillo y te dedicarías con él en mi torso, sintiendo el frió de
la hoja traspasar célula por célula hasta llegar al centro de mi conciencia, a
la naturaleza misma de mi ser, pero no.
por qué te vi allí, desnuda, en la
mezcla perfecta de mis deseos, el pelo rojo brillando bajo la sombra mágica de
la luz nocturna, tu suave y tersa piel, robada de los mismos ángeles, o tal vez
de bebes muertos al nacer, tus pechos, tu cintura, tu sexo húmedo productos de
tus acostumbrados sueños de las 3:30, tus labios apretados para no gritar,
deseando el cuerpo, tu cuerpo, el cuerpo de un humano para satisfacer tú lo
desenfrenada y admirable demencia; allí estabas, aquí estas, hay estarás;
siempre, porque no dejare que te hieran, no dejare borrar tu sonrisa.
No siendo más, la sangre ya corre
desde mis muñecas, el frió del metal ha dado paso a las frases más coherentes
que esta psicosis ha permitido, siempre fui un artista, y jamás vi tal obra de
arte como tu cuerpo decorado por mi sangre.
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