jueves, 19 de septiembre de 2013

LA MENTE DEL AUTOR EN LA LITERATURA INFANTIL


¿Cómo puede considerarse apto un adulto a escribirle a un pequeño, si no es capaz de entenderle? ¿Son sus recuerdos, argumentos válidos y reales para sustentar una obra infantil? Estas son preguntas que pueden surgir a través del estudio de la obra literaria (claramente dirigida a público infantil) para tratar de indagar dentro de estas dudas, debes primero conocer que la literatura infantil puede ser tanto la que el lector primerizo apropia para sí mismo sin importar para que publico fue escrita, o aquella que desde el inicio de su concepción como obra literaria tuvo como destino a los infantes, también que dentro del concepto de Marisa BORTOLUSSI, (1985, p. 16) que reconoce como literatura infantil "la obra estética destinada a un público infantil".
“La literatura infantil sería la acomodación poco valiosa de las creaciones adultas a la mentalidad y experiencia insuficientes del niño” LOPEZ TAMES (1999, p. 16) Son muchas las posturas en contra de la considerar la literatura infantil, parte del conglomerado artístico en el que podríamos desempeñarnos, muchas veces marcados por los estereotipos que nos han dejado la proliferación de la literatura instrumentalizada, que ha sido llevada a limites absurdos, donde en pro de un avance económico y apoyados hipócritamente en la consigna de “incentivar la lectura a temprana edad”, se llama literatura a textos con tintes pedagógicos en cuales los procesos de creación son nulos en cualquier sentido artístico (literario, visual).
Pero retomando las preguntas, se puede dudar de muchas formas en la veracidad de los textos que adultos escriben especialmente para chicos y si estos en realidad cumplen la función de la literatura infantil, que más que incentivar a la lectura, o contener métodos de carácter didáctico, deberían como la literatura en general, ser creada para el goce espiritual y mental del lector, dejándole en segundo plano las interpretaciones a quien recibe el texto, y no subestimando a un niño, por ser eso, un niño. Pero entonces podríamos dudar en que ninguna persona podría escribirle a otra, porque sus experiencias jamás serán las mismas y sabemos que esto no es así, porque de esta manera no tendríamos ninguna ejemplo de literatura.
El hecho de que un adulto escriba literatura infantil, puede compararse de una manera romántica con la discusión sobre si un niño sabe lo que es amar, y aunque esto es otro tema, todos al fin y al cabo hemos sido niños, y el ser adultos nos hace muchas veces más conscientes de lo que el mundo generaba en nosotros y tal vez esa conciencia de la inocencia y la infancia perdida, inspire aún más a tratar de recuperarla a través de la lectura que realizan los pequeños de la obra del susodicho autor.
Estos detalles podrían validar aquellos que intentan explicar que no se debería diferenciar una literatura dirigida hacia una u otra edad, cuando al fin y al cabo encontramos adultos que dedican su experiencia literaria a los cuentos infantiles y niños que inician su contacto con las letras con “Madame Bovary”

BIBLIOGRAFIA
·      “EN TORNO A LA LITERATURA INFANTIL” JUAN CEVERA, UNIVERSIDAD DE VALENCIA. CAUCE, Revista de Filología y su Didáctica, n2 12, 1989 /pgs. 157 -168. http://cvc.cervantes.es/literatura/cauce/pdf/cauce12/cauce_12_007.pdf
·  INTRODUCCIÓN A LA LITERATURA INFANTIL, Román López Tamés,1999.


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