La conciencia ni el conocimiento de la vida, son
fuentes fortuitas de las ideas del creador. El trabajo de observación es una
herramienta vital para poder separar los aspectos objetivos de los cuales se
debe llenar la obra, en pro de que todo aquello que sea mostrado al lector, no
se vea afectado por opiniones personales. Sobre esto, Chejov señala como el
narrador (o el escritor) no debe explicar la existencia de Dios, o lo que
piensa sobre el pesimismo o los horrores de la vida, debe tan solo dedicarse a
mostrar “una charla entre dos rusos hablando del pesimismo. El autor debe
dedicarse a seleccionar las palabras que le sean pertinentes, mas no a
vincularse directamente a las acciones, o los pensamientos de los personajes,
puesto que pasaría de ser un ser omnisciente a uno omnipotente. De esta forma,
el escritor se convierte tan solo en un filtro, en un camino, y que a pesar de
ser el creador de dicho universo, este se vuelve en el mismo instante de la
creación, autónomo, dueño de si mismo.
Todo esto nos lleva a la necesidad de tratar los
detalles de la obra, con el respecto y la dedicación que merecen. Las
descripciones en Chejov son aspectos a los cuales se les recalca bastante
importancia, ya que son una muestra interesante de cómo se trabaja la
objetividad en aspectos que pueden considerarse totalmente subjetivos.
Podríamos clasificar las descripciones en la obra de
Chejov en dos tipos, aquellas que atañen los aspectos físicos del universo
(Paisajes, retratos, entornos) y las que nos muestran la parte inmaterial de
los personajes (Sentimentales, psicológicos, de fe) Teniendo en cuenta esto, es inevitable
retomar la idea de solo escribir lo vivido ¿Cómo mostrarle al lector, el dolor
que siente un personaje frente a la muerte de un ser querido, si nunca se ha
vivido de cerca la perdida de alguien? ¿Cómo describir Roma, si nunca has la
has visto? No importa el tipo de descripción a la que se enfrente el autor, es
innegable que de su correcto desarrollo parte fundamentalmente, tal vez no el
éxito, pero si la generación de una obra
de arte, de un universo autónomo.
Pero incluso ambos tipos de descripciones deben
manejarse de formas diferentes. Al describir un paisaje, es necesario escapar
de los lugares comunes o de las metáforas que poco o nada aportan a la
generación de una imagen convincente. El lector, al leer una descripción del
mar golpeando las olas, debe transportarse inmediatamente a las costas, sentir
el viento en su rostro y las gotas de agua mojando sus botas. Por lo tanto,
dichas descripciones deben ser sencillas per exactas, muestras puras de la
naturaleza tal cual es.
El aspecto mental de los personajes puede llevar
incluso a niveles de dificultad superiores, y es vital poder mostrar lo que un
personaje siente o piensa a través de las acciones que este realiza, de cómo se
comporta y que hace, para que así el lector sea quien descubra que le sucede.
El por que de esto es muy sencillo (mas de explicar que de realizar). Las
descripciones textuales y los monólogos interiores, aunque útiles en muchos
casos son mas permeables a los comentarios subjetivos (de los cuales Chejov nos
recalca escapar) por lo tanto es más fácil contaminar con opiniones personales
la descripción de sentimientos, que la narración de hechos.
Pero todo esto es inútil y descaradamente mentiroso en
la medida en que no hemos vivido lo que narramos, la experiencia es lo que nos
permite distinguir tanto las reacciones naturales de un personaje frente a un
sentimiento, como lo que de verdad aporta a la integridad general de la
historia que intentamos narrar.
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