lunes, 7 de abril de 2014

INFIERNO



He arrinconado demonios que se derraman por las paredes de mi hígado. He caminado sin piedad por entre las brasas ardientes que alguna vez comí. Los rincones de un espíritu añejado son hoy, tan solo la comida de mosquitos y serpientes. En el horizonte, la despedida de una realidad recóndita y en esa realidad, la vida. Si mis instantes de locura son vagos, mis instantes de sueño son mentira. Allí, donde los hombres despiertan a diario. Yo escribo bajo la luz de una luna vendida a un viejo napolitano. ¿Dónde está mi ingenio prosaico?  Si darme de baja en la vida puede ser realmente útil. Las viudas que bajan de Monserrate se dedican a filosofar sobre cuerpos desnudos en algún riachuelo bogotano. Y si, y aquí, todo se pierde entre las desdichadas maromas que los cuerpos ingenuos intentan. Bastardos, bastardos, bastardos. El día de hoy recorreré los caminos que le dieron la vuelta al infierno, despediré de mi trabajo al ratón que salto la verja y por fin, por fin moriré al desayuno. Y es que no soy quien creo, quien enfrascado en una inútil batalla a sangrado hasta caer de rodillas. No soy el cocinero de Luis XV y menos soy el aliado inmune de un Murakami prostático. Soy y soy, soy. El fuego inerte, pútrido y aromático que destilan los bosques. La vergüenza entre mis  muslos, se asoma por el pantalón. Soy el sueño soñado, soñado y nunca cumplido, con un desde raro a pesadilla que no alcanza a ser lo que desea. Per se. Soy mi más grande contradictor, mi propio verdugo, caminando entre los pensamientos ajenos de las gordas que caminan por la calle.
He intentado descubrir un nuevo discurso, uno menos agrio y más dedicado a celebrar la vida. Mierda. Es más fácil darle mi presencia a un vago nocturno y no intentar cambia lo que en mí no existe. Pero basta, basta un momento, respira profundo y detén este dialogo sin sentido, este dialogo sin paréntesis, sin personajes y sin madrazos. 540 segundo por personaje. 50 horas por delirio. ¿Delirio? La misma palabra si sentido para reflejar algo que no tiene lógico, como esto, como yo, como algo que no tiene sentido REPITO.
Un obús. Un misterio mañanero y una ballena de liposucción continúan. Aquí, allí, a tu lado bastardo épico. Somos muchos los que cantamos y entre canto y canto las palabras se aleja, se disfrazan de un sabor cantábrico. No parare, en el delirio de un pulpo multicefalico. Cefalea continua de una mezcla de chocolate con cerveza, el rito se perdió hace unos párrafos. ¿Y qué? Otra discusión inútil, otra danza desabrida.

A veces miro el futuro en la ventana y descubro un viejo anciano, de mirada perdida y un viejo bandoneón en las manos. La realidad escondida bajo el brazo, y en el otro un viejo periódico del día en el que nací. En su sombrero, se escondía hadas y duendes, un bigote viejo, más viejo que su dueño se acicalaba a si miso, se reía de los titulares. Esta es una historia de otro cuento y de ese cuento se la robe. Le mire alejarce por la vieja estación de ese tren que no se detiene entre 9 de julio y los cafetines que se alejan corriendo cuando el sol intenta convencerlos de quedarse. Y si, así, como lo vi, se fue. Allí, el aroma de a viejo, a mí, pero de viejo. Ya no esperaba que el futuro me mostrara su ropa interior, pero yo, intrigado por el designio de un pasado algo arisco, he decido bajar un momento del avión

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