sábado, 8 de octubre de 2011

¿DONDE QUEDA LA LINEA ENTE HÉROE Y VILLANO?


Hay momentos en que la humanidad es tan débil, tan frágil en cualquier aspecto; que da el permiso, la obligación más que un honor, de salvar la vida de millones en un solo instante… el mundo siempre ha necesitado personas de este tipo, prospectos de perdedores en la sociedad moderna, que terminan por convertirse en la salvación y símbolo de futuro en la humanidad. De historias como esas son estas letras.

Él nunca tuvo la intención de salvar al mundo, de cierta forma lo despreciaba; dentro de si algo le decía que terminaría como el más cruel de los villanos. Algo debilucho, no muy astuto, desahuciado y solo; así era él, un asesino en potencia…

Buscaba como la mayoría de villanos una forma de darle rienda suelta a la ira que el mundo le había causado, aunque en el fondo, él era consciente de que no conocía los motivos por los cuales odiaba a la humanidad. Con todos los beneficios que el dinero que sus padres de maneras que el desconoció consiguieron, su vida era tan opulenta como el mundo que quería destruir…        
Años pasaron y en la mente de nuestro personaje millones de cosas se unían torturándolo y desbordando sus ansias de ira, caminando solo en la mitad de esa ciudad gris, esa ciudad oscura y sucia que pedía sangre a gritos y aullidos, de ladrones públicos, asesinos con horarios y de gente feliz, esa que huele la muerte a su alrededor y aun así sonríe; esa gente, esa gente era la causa de su odio…

Que era necesario, sabía que era clavarse su propio obituario en cada arteria si acababa con esas personas con su rostro al viento… y aunque quería que  victima a víctima, vieran su cara de satisfacción cada que su vida perdía oportunidad, una máscara obligatoria terminaría siendo; pero claro está, nada de cursilerías de murciélagos o superhumanos, debía ser algo que causara terror y miedo en cada paso que diera; no quería influir respeto, quería crear el caos y reírse…
En un momento recordó la tortura de su infancia, ese payaso de gran sonrisa y colmillos disimulados que en su cuarto se instaló, dormía con él; con su mirada fija en él, no lo dejo en paz en demasiadas noches y más de una vez lo tiro y despedazo. Y aun así cada noche aparecía para hacerlo llorar, para hacer que lágrimas de sangre y rabia brotaran de su miedo. Lo torturo un juguete, le hizo odiar el mundo por no quitarlo de su pequeño cuartito, era un niño, él no podía pelear contra eso; era demasiado fuerte... siempre fue culpa del miedo.
Y así con su máscara de payaso y su juguetito en el mano, empezaba lo que él consideraba su verdadero destino, mirando el mundo con soberbia y desprecio, jurando al viento las muertes que le prometió al agua…
Una a una, difuntos con un payaso en su frente. Muertes que combinan con el miedo aterrador de quien ve la muerte que no espera y sabe que merece. Pero así, conservan la sonrisa con las que ignoraban las muertes que causaron. Con la cara pintada del blanco, del blanco de los muertos cuando se agolpan al sol, los labios rojos, sangre de la sangre, los ojos negros porque hay que ver desde la oscuridad para dilucidar los verdaderos motivos que han llevado al mundo, a este te mundo de gris muerte y rojo sangre a lo que es, a lo que se ha convertido.

Armado solamente con su ilógica e irracional ira, la meditación de los actos es innecesaria; ¿ser o no ser? Patrañas, si muerto tanto quien piensa como quien actúa. Así pues la locura debe hacer su trabajo con disfraz y sin él, así como quién miente sobre su locura para lograr la venganza; el payaso también, en cocteles de luces psicodélicas; sus víctimas somete, con cucarachas envenenadas de cada uno de los pecados capitales en sus oídos, así cayo el moro de Venecia y así puede caer el mundo entero, solo necesita un payaso que empiece.

Pero en la dualidad de nuestro mundo, donde todo villano en algún centímetro de humanidad puede considerarse un héroe, en los lugares donde la libertad es una simple estatua y los símbolos son montañas metálicas de color café que crean ilusiones de esperanza cuando son simples moles que interrumpen la vista al horizonte. La dualidad y la ironía de nuestro mundo; Porque aquella ciudad gris y muerta, con cada muerto revivía, un payaso ignora esto porque aquí no interesa la opinión, aquí solo pesan su muertos.

Muerto ha muerto; tumba, horno o fosa común. Cada muerto era una gota de oxígeno, curioso pudiera ser, pero en el fondo el payaso veía, oía aunque poco hablaba que la historia no era lo que deseaba, las cosas mejoraban cada que sus deseos de sangre se cumplían; porque se debe tener en cuenta, la sangre no corría indiscriminadamente ni las tumbas tenían nombres de inocentes, solo de aquellos que ignoraban lo que en realidad debían combatir y se vanagloriaban en billetes que olían a las muertes que habían ordenado…

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