Una obsesión delirante se mueve bajo la cortina de
agua que el cielo me entrega. Unos pasos intermitentes viajan por el metro de
Nueva York. Una mirada trastornada por la sangre trata de volver a su hogar en Budapest.
Dos besos y un abrazo largo en alguna callejuela de BOGOTA. Una copa rota y 100
pesos se perdieron por el fernet en buenos aires. Una comida rara en medio de Copenhague.
De eso se tratan los fragmentos que contare, aunque tal vez la locura haga que
los hechos se mezcle, se muevan o copulen seres amorfos entre ellas. No es
culpa mía, es una mezcla del vino tinto de parís y la absenta de Mendoza.
Es fácil perderse en los caminos de la ida, o en la
mirada de la gente. Es fácil dejar que las esperanzas se vayan trotando atraves
de las cataratas doradas de los baños públicos. En las mañanas siempre
despierto en una mezcla viscosa y entrañable de dolor, alcohol y sangre.
-¿Recuerdas cuando mirábamos taciturnamente la luna
en medio del desierto? Dijo ella viéndolo a los ojos y aguantando la respiración
para no pronunciar una mala palabra.
-¿tu la mirabas? yo estaba perdido en
los multiversos de tu mirada. Lo que el no quería aceptar es que entre la
mezcla de marihuana y sexo desenfrenado, por unos momentos se dedicaba a mirar
la luna y pensar en mas allá de lo que la vida de artista podría generar.
-¿Por qué mientes? Me mirabas las tetas, lo sabes.
-Jajaja ¿te has dado cuenta?
- Hacemos el amor a diario y aun así las deseas en
la calle.
- Te deseo a ti, a tu cuerpo. Deseo la inspiración
que me produce tu sexo húmedo, tanto como la espuma de la cerveza, tanto como
el humo fresco de la yerba, Pero aun así, vivo deseando más que eso. Vivo tratando
de masticar lentamente la vida a tu lado, siendo tú la locura que acompañada mi
solitaria demencia.
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