Deberíamos concentrarnos en
la realidad, en la velocidad que se genera al apretar el acelerar. Al sentir
las ruedas buscar agarre mientras el humo se elevaba. Salir viendo las líneas
de la carretera convertirse en una sicodélica mezcla de colores, buscando la
locura al poner la trasera de lado y pasar curva a curva derrapando. El olor a
caucho quemado y a aceita, un simple y destartalado BMW hace que la esperanza
de la muerte se recree más a en este plano.
La rapidez se acomodaba en mi cuello, cada vez que el
motor zumbaba y se sentía que uno de los cilindros fallaba o los frenos al
soltar humo blanco al bloquearse.
En mi mente se unen poco a pocos sentimientos encontrados
por la vida, la cacofonía del respirar, la mística mágica de masturbarse en la
calle. Todo es la unión de mi demencia, de mi vida fuera de la cotidianidad
social de los humanos. No vivo en esta realidad más que respiro y saludo a
quien medianamente me interesa, no vivo en esta realidad más porque el futbol y
los autos me gustan, no vivo en esta realidad más que para ver tetas en la
calle.
Solo veo las luces blancas, y aunque dudo si es por el
alcohol o son los leds de un Audi acercarse hacia mí a gran velocidad. Decido no
frenar, odio frenar, esperar el choque, la mezcla crujiente de latas, sangre,
tripas y viseras. He decidido en este instante que espero morir ya, ahora, hoy.
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