martes, 20 de agosto de 2013

UNA BUENA, NUEVA.


Hace mucho no escribía para revelar lo que pienso. Era costumbre en mí, dedicarle al mundo unas letras negruzcas y faltas de atención, para poder que unos pocos desocupados de horas largas y manos sucias se deleitaran con los latidos de mi mente adolorida. Pero desde eso ya han pasado muchos días, y ya no soy el mismo que escribía sin parar en cuadernos de hojas amarillas. Hoy ya no escribo como ayer, el lápiz en mi mano ya no es tentador y ha sido reemplazado por estas teclas plásticas sin emoción, pero así todo es mejor.
Ya no soy igual, ya no soy yo. Las palabras han cambiado y quiero que ustedes descubran en mi futuro el cambio al cual me refiero, un cambio basado en que la depresión que las calles grises que pisaba generaban, ha cesado y ha dado paso a un nuevo ser, igual de gris, igual de alcohólico pero mas puro y menos adolorido.
Mi realidad sigue siendo descrita por un par de cuentos y una novela de 3 pesos en las calles de Buenos Aires y de 2000 en una de las aceras de la séptima en Bogotá. La escritura ha dejado de ser una forma de escapar de la realidad, para convertirla en una forma álgida de arte, para demostrar en letras mi pensamiento y no mi dolor.
Y esto conlleva a un nuevo nivel artístico, en el que el dolor no puede ser el sustento de mi obra literaria. Debe existir una nueva forma, aunque eso hace que escribir sea cada vez más difícil para mi, el evitar el escribir en calor y mucho menos bajo el alcohol con el fin de poder que mi mente sea la que cree y no la copa de vino o la herida en mi alma.
Me exijo mas en todo sentido, incluso en volver a escribir sobre mi relata una nueva forma de ver la vida, bajo una perspectiva que mira al futuro y que trata de escapar del lugar común que la “soledad” producía, ya no existo bajo la norma de odiar una realidad que desconozco y de morir para escapar de cualquier intento de lucha.

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