martes, 20 de agosto de 2013

MIRAR, CALLAR, DORMIR.


Aquí estoy, perdiendo el tiempo de mi vida. Una mañana no me entrega lo que la noche inspira, callada en el silencio mi sombra espera. Las historias que quiero contar son hijos mutantes, bastardos de un dios analfabeta. Toma la mano de mi realidad y despídete querida, regúlate y controla el dolor que nuestro ser exuda.
Tomo mi mano adolorida, intento encontrar en ella la respuesta que mi memoria no ha podido a pesar del esfuerzo encontrar. El vacio inerte, negruzco y palidecido de mi mente ha llegado a límites que una persona no debería conocer. Se que no somos mas que viajeros de una vida a otra, el tiempo de nuestro ser solo es determinado por un dado que se lanza en algún casino nauseabundo, somos una forma mas de existir, una forma pasajera.
No pasara mucho tiempo hasta que resigne mi ser al desasosiego y descubra que las calles que piso se destruyen en mi mente. Vuelvo a concentrarme, intento rememorar cada detalle de las horas anteriores. Siempre he sido alguien muy detallista, eso me ha permitido llegar a ser el quisquilloso y minucioso hombre que soy,  aunque hoy no recuerde nada de eso.

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