Aquí estoy, perdiendo el tiempo
de mi vida. Una mañana no me entrega lo que la noche inspira, callada en el
silencio mi sombra espera. Las historias que quiero contar son hijos mutantes,
bastardos de un dios analfabeta. Toma la mano de mi realidad y despídete querida,
regúlate y controla el dolor que nuestro ser exuda.
Tomo mi mano adolorida, intento
encontrar en ella la respuesta que mi memoria no ha podido a pesar del esfuerzo
encontrar. El vacio inerte, negruzco y palidecido de mi mente ha llegado a límites
que una persona no debería conocer. Se que no somos mas que viajeros de una
vida a otra, el tiempo de nuestro ser solo es determinado por un dado que se
lanza en algún casino nauseabundo, somos una forma mas de existir, una forma pasajera.
No pasara mucho tiempo hasta
que resigne mi ser al desasosiego y descubra que las calles que piso se
destruyen en mi mente. Vuelvo a concentrarme, intento rememorar cada detalle de
las horas anteriores. Siempre he sido alguien muy detallista, eso me ha permitido
llegar a ser el quisquilloso y minucioso hombre que soy, aunque hoy no recuerde nada de eso.
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