lunes, 11 de noviembre de 2013

LOS VISOS DE LA MENTE


El besaba su cuerpo, hacia un par de meses no se veían y la agitación de verla se notaba en el ambiente, habían cenado bajo la luz de las velas y el vestido que llevaba Margot dejaba entrever que a sus 40 el tiempo poco había afectado su cuerpo. Ricardo aún se hipnotizaba viendo el cuerpo de su esposa, no podía hablar y la respiración se le aceleraba. Entre sus pantalones la emoción se notaba, y por un par de horas se olvidaba el poco tiempo juntos, las discusiones y se entregaban al sexo, puro y salvaje, aderezado por el vino de la cena.
Se desnudaron mutuamente y se entregaron a sus cuerpos bañados en lo que creían era amor. El silencio de su hogar, se confabulaba con ellos para que los gemidos de Margot retumbaran a través de todas las habitaciones. La casa, en las montañas a las afueras de la ciudad, era una oda a la opulencia. Su habitación, iluminada gracias a un a ventanal que hacía de pared y daba a un pequeño jardín desde donde se podía ver toda la ciudad, ínfima, rendida a los pies de la pareja.
La había asesinado hace poco, aunque no sabía el motivo. Su mente trabaja en una dimensión distinta, y los cánones que habían tratado de imponer, psicólogos, terapeutas y amigos poco o nada habían afectado lo que las voces en su cabeza le aconsejaban.
La había visto pasar el tiempo en el café donde pasaba las horas viendo la gente. La había visto más de una vez sentarse y ver al techo durante horas. No era una mujer especial no tenía nada atractivo, y pasaba desapercibida, allá por donde pasaba. Pero para él era magnifica, perfecta. En su mente, ella hacia lo mismo que él, tal vez sufría los mismos demonios y por tanto lo entendería.
Luchando por no ser descubierto pero también por no perderla. Llego a su casa y frente a ella espero durante días, no sabía la razón pero algo dentro de sí le decía que no podía dejar ese lugar, esa pequeña banca en el parque de al frente. La tercera ventana del segundo piso siempre se iluminaba a las 8, cuando ella tomaba una ducha y luego partía para el café.
Esa noche, cuando ella llego, algo dentro del ardía, su mente había estallado bajo algún poder psicomistico y la realidad se teñía de un sabor extraño. Hacía mucho su mente no trabajaba tan mal, y el mundo tan solo parecía una extraña mezcla de voces y autos que pasaban. Subió hasta el segundo piso, dificultosamente se ubicó y golpeo un par de veces en la puerta del apartamento. Cuando la puerta se abrió, cuando por primera vez la vio de cerca, su mente simplemente no supo que hacer. Ella debía ser suya, era su pareja en el mundo.
 Comenzó a gritarle y a gritarle como compartían los mismos problemas. Alarmada, ella no supo si no amenazarlo con llamar a la policía, le gritaba loco y desquiciado, le suplicaba que la dejara en paz, que ella no sabía de qué hablaba. Tenía un nudo en la garganta, nunca espero escuchar eso de aquella mujer que pasaba las horas viendo la gente pasar el aquel café. Algo debía estar mal.
Las voces en su cabeza se contradecían, algunas decían que era ella pero que su mente le estaba jugando pasadas, que al fin y al cabo estaba loca. Otras le decían que ella lo había engañado, que era una farsante y que debía ser castigada. La lógica del mundo no funcionaba, la lógica en si para las voces en su mente eran inventos de una vida que no conocían.
Cuando su mente se tranquilizó y las voces y las imágenes se había despejado, sostenía un cerebro en sus manos y un cuerpo yacía inerte en el piso.
La noche ha sido magnánima para ellos, como si el amor se hubiera confabulado con el sexo para hacer esta una noche perfecta. Allí estaba ellos, abrazados bajo la luz de la una que se colaba por el ventanal. Estaba extasiados por la vida, por si mismo, unidos por vinculas más allá de la cordura.
Un sonido extraño perturbo la calma que el amor dejaba, se levantaron y exaltados vieron como frente a ellos, iluminado por la ciudad que se despertaba al ver el amanecer, un joven cargaba un cuerpo en su propio jardín. No sabían que hacer, el cuerpo se les helo, habían construido aquel paraíso para alejarse de las realidades del mundo, y ahora, ahora alguien tenía un muerto en su patio. Cuando intentaron reaccionar y un grito alerto al joven que caminaba de un lado al otro del jardín, un cerebro golpeo el ventanal.


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