El besaba su cuerpo, hacia un par de meses no se veían y la agitación de
verla se notaba en el ambiente, habían cenado bajo la luz de las velas y el
vestido que llevaba Margot dejaba entrever que a sus 40 el tiempo poco había
afectado su cuerpo. Ricardo aún se hipnotizaba viendo el cuerpo de su esposa,
no podía hablar y la respiración se le aceleraba. Entre sus pantalones la
emoción se notaba, y por un par de horas se olvidaba el poco tiempo juntos, las
discusiones y se entregaban al sexo, puro y salvaje, aderezado por el vino de
la cena.
Se desnudaron
mutuamente y se entregaron a sus cuerpos bañados en lo que creían era amor. El
silencio de su hogar, se confabulaba con ellos para que los gemidos de Margot
retumbaran a través de todas las habitaciones. La casa, en las montañas a las
afueras de la ciudad, era una oda a la opulencia. Su habitación, iluminada
gracias a un a ventanal que hacía de pared y daba a un pequeño jardín desde
donde se podía ver toda la ciudad, ínfima, rendida a los pies de la pareja.
…
La había asesinado
hace poco, aunque no sabía el motivo. Su mente trabaja en una dimensión
distinta, y los cánones que habían tratado de imponer, psicólogos, terapeutas y
amigos poco o nada habían afectado lo que las voces en su cabeza le
aconsejaban.
La había visto
pasar el tiempo en el café donde pasaba las horas viendo la gente. La había
visto más de una vez sentarse y ver al techo durante horas. No era una mujer
especial no tenía nada atractivo, y pasaba desapercibida, allá por donde
pasaba. Pero para él era magnifica, perfecta. En su mente, ella hacia lo mismo
que él, tal vez sufría los mismos demonios y por tanto lo entendería.
Luchando por no ser
descubierto pero también por no perderla. Llego a su casa y frente a ella
espero durante días, no sabía la razón pero algo dentro de sí le decía que no
podía dejar ese lugar, esa pequeña banca en el parque de al frente. La tercera
ventana del segundo piso siempre se iluminaba a las 8, cuando ella tomaba una
ducha y luego partía para el café.
Esa noche, cuando
ella llego, algo dentro del ardía, su mente había estallado bajo algún poder
psicomistico y la realidad se teñía de un sabor extraño. Hacía mucho su mente
no trabajaba tan mal, y el mundo tan solo parecía una extraña mezcla de voces y
autos que pasaban. Subió hasta el segundo piso, dificultosamente se ubicó y
golpeo un par de veces en la puerta del apartamento. Cuando la puerta se abrió,
cuando por primera vez la vio de cerca, su mente simplemente no supo que hacer.
Ella debía ser suya, era su pareja en el mundo.
Comenzó a gritarle y a gritarle como
compartían los mismos problemas. Alarmada, ella no supo si no amenazarlo con
llamar a la policía, le gritaba loco y desquiciado, le suplicaba que la dejara
en paz, que ella no sabía de qué hablaba. Tenía un nudo en la garganta, nunca
espero escuchar eso de aquella mujer que pasaba las horas viendo la gente pasar
el aquel café. Algo debía estar mal.
Las voces en su
cabeza se contradecían, algunas decían que era ella pero que su mente le estaba
jugando pasadas, que al fin y al cabo estaba loca. Otras le decían que ella lo
había engañado, que era una farsante y que debía ser castigada. La lógica del
mundo no funcionaba, la lógica en si para las voces en su mente eran inventos
de una vida que no conocían.
Cuando su mente se
tranquilizó y las voces y las imágenes se había despejado, sostenía un cerebro
en sus manos y un cuerpo yacía inerte en el piso.
…
La noche ha sido
magnánima para ellos, como si el amor se hubiera confabulado con el sexo para
hacer esta una noche perfecta. Allí estaba ellos, abrazados bajo la luz de la
una que se colaba por el ventanal. Estaba extasiados por la vida, por si mismo,
unidos por vinculas más allá de la cordura.
Un sonido extraño
perturbo la calma que el amor dejaba, se levantaron y exaltados vieron como
frente a ellos, iluminado por la ciudad que se despertaba al ver el amanecer,
un joven cargaba un cuerpo en su propio jardín. No sabían que hacer, el cuerpo
se les helo, habían construido aquel paraíso para alejarse de las realidades
del mundo, y ahora, ahora alguien tenía un muerto en su patio. Cuando
intentaron reaccionar y un grito alerto al joven que caminaba de un lado al
otro del jardín, un cerebro golpeo el ventanal.
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