Siempre intento
hablar sobre aquello de lo que vivo o quiero vivir, es innegable que aquello
que más sentido tiene es la experiencia misma de la vida, después del momento
en que se cree tener una obra, sin importar la calidad, sea cual sea el motivo
por el que la vida ha llevado al escritor a convertirse en escritor, siempre
existe el sueño, es un fetiche casi sexual de ver nuestro nombre en una
portada, de ver nuestra obra aunque sea en la esquina polvorosa y harapienta de
cualquier librería del submundo, pero que este allí. Visitar a alguien y observar
con disimulo la presencia de nuestro libro en esa colección personal que
escasamente la gente guarda.
Pero, en la vida
siempre después de ese silencio impoluto vendrá un sexy pero, para mí el
proceso de lograr este fetiche, es quizás el proceso más tedioso de la vida
artística de un escritor, sea de la mano ordenada de una editorial, un
representante y demás, o sea por el occidente amateur de la auto publicación. Y
esta es peor aún, aunque se valora más; el ver hoja por hoja, que solo tus dedos han tocado, lo hace más tuyo, más real.
Claro no existirá la posibilidad del
“dinero y la fama” a corto plazo, pero creo que con las facilidades del mundo
actual cada escritor amateur o profesional debería intentarlo aunque sean una
vez en su vida artística.
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