domingo, 14 de abril de 2013

THE BATTLE FOR THE COWL


No recuerdo la primera vez que leí sobre el encapotado, sobre sus historias por Gotham y las intrincadas historias que a través de los años muchos habían escrito. No recuerdo como llegue bajo su fría capa, como me adueñe de su soledad, como hice participe mi psicosis en cada viñeta.
Fue tal vez la fuerza con la que Miller retrataba el dolor de un ser humano al que la felicidad le debía corresponder por obligación, pero que sin embargo siempre careció de ella. Un ser, que al igual que  yo, la oscuridad había invadido hace mucho. El entrenaba mientras yo leía, él viajaba a preparar su mente mientras yo apenas empezaba a escribir.
De amores, enemigos, peleas, dudas, búsquedas… de eso parten nuestras historias, las del caballero de la noche y las de don psicópata. Si, la necesidad de un héroe y la debilidad de mi mente para crear personajes lógicos, le dieron la fuerza para hacer parte cada vez más activa de mi dubitativa obra, el entro con la misma fuerza como lo hicieron ellas.
En mi vida no existen muchos personajes, no hay posibilidad de hablar de la mujer que siempre muere. Existe, no muere, respira. Se va de mi vida cuando creo tenerla más cerca y sus manos gélidas aprietan los callos de mi soledad, siempre.
Ella representa la locura, es el Joker de nuestra historia. Es todo lo que odio y con lo que no puedo dejar de vivir. Representa mi odio contra lo establecido, contra mí, contra ustedes. Mi asco a los clasicismos y a quienes se regocijan por leer muertos. Representa mi ira contenida, mi deseo por asesinarla es tan grande como el amor que siento por ella.
Ella tiene tantos nombres como garras, y ha causado tantas muertes como aquel payaso que me sedujo.  Cuando pequeño un payaso asesino me causo noches de pesadillas, y hoy me dedico a intentar descifrar la mente de un ser que no existe más allá de mis sueños más oscuros.
Desde que le conocí, a Batman y a ella. He recorrido innumerables historias de sangre y horror. Noches en que los murciélagos ocupaban el infame mundo que es mi mente y mañanas en que su mirada me hipnotizaba así ella no me mirara.
Ha sido un proceso para poder afrontar una realidad que no es la mía, tal vez porque simplemente es más interesante, más oscura y más mística. Vale, no soy Damián Wayne, y no soy un perdedor que cree que hundiéndose en un Comic puede dejar esta cruel existencia. Soy un perdedor que tiene claro que este es su mundo, pero que al contrario de los demás, ha decidido ser de la locura el Mesías y de la demencia el rey.

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